Lo que se necesita para acabar con la esclavitud moderna
9 noviembre 2016
Adoptado en 2014 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Protocolo entra en vigor el 9 de noviembre de 2016. Rosinda Silva y Aurélie Hauchère Vuong, de la Oficina Internacional del Trabajo, nos explican cuál es la importancia de esa fecha y cuales son los próximos pasos.
Ilustraciones por Gill Button

Rosinda Silva y Aurélie Hauchère Vuong, OIT
¿Qué significa exactamente la entrada en vigor?
La entrada en vigor es muy importante porque señala la fecha a partir de la cual un texto jurídico crea obligaciones para los Estados que lo han aceptado formalmente, es decir, lo han ratificado. A partir de ese momento, cada país que haya ratificado el Protocolo debe rendir cuentas acerca del respeto de sus compromisos. El texto prevé que entrará en vigor un año después de la segunda ratificación, esto es, el 9 de noviembre de 2016, un año después de la segunda ratificación, hecha por Noruega, segundo país que lo ha ratificado después de Níger.
¿Qué sucede después? ¿Cómo estar seguro de que no es sólo una firma en un papel?
Esta signatura simboliza un compromiso real. Al ratificar el Protocolo los países asumen el compromiso de aplicarlo, es decir, a adoptar las medidas necesarias para cumplir las obligaciones que en él se prevén.
Para asegurarse de ello, la OIT dispone de un sistema de control sofisticado que verifica que los gobiernos han realmente adoptado realmente las medidas que se imponen, examina las memorias presentadas regularmente por éstos últimos, y formula preguntas cuando resulte necesario. El resultado de ese control es público, y permite que todos, se trate de periodistas, de ONG o de ciudadanos, puedan informarse sobre la manera en que un país respeta sus compromisos.
Estoy algo desorientado, ¿estamos hablando de trabajo forzoso, de trata, o de esclavitud moderna?
Es cierto, estas expresiones se utilizan a veces de manera intercambiable porque abarcan situaciones superpuestas entre sí.
La OIT lucha contra el trabajo forzoso desde la adopción en 1930 de un convenio, casi universalmente ratificado, que lo define como todo trabajo impuesto a una persona bajo amenaza y para el cual no ha dado libremente su consentimiento. Una vez que esos tres elementos –el trabajo, la ausencia de consentimiento, y el ejercicio de una amenaza – están presentes, puede afirmarse que existe trabajo forzoso.
En cuanto la trata de personas, se definió en 2000 por el Protocolo de Palermo como la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, mediante el uso de la fuerza, la coacción, el engaño u otros medios, con fines de explotación.
Por último, la esclavitud moderna es un concepto que no tiene una definición jurídica internacional pero que se utiliza a menudo para designar situaciones de explotación extrema.
¿De qué modo va a contribuir el Protocolo a la lucha contra el trabajo forzoso?
El Protocolo da un nuevo impulso a la lucha contra el trabajo forzoso, exigiendo que los países adopten medidas suplementarias en el ámbito de la prevención, tales como proteger a las víctimas, prestarles asistencia, permitir que puedan acceder a la justicia y recibir indemnización.
Todo ello debe hacerse de manera coordinada en el marco de un plan o de una política nacional, en concertación con las organizaciones de empleadores y de trabajadores.
Además, el sistema de control al que ya nos hemos referido permite garantizar que el compromiso de los países no quede sólo en letra muerta.
¿Cuáles son a su juicio los principales obstáculos para terminar con el trabajo forzoso?
En principio, la primera dificultad radica en detectar las situaciones de trabajo forzoso, identificar a las víctimas y prestarles ayuda. Por lo general, esas personas están en una situación de gran vulnerabilidad, no están en condiciones de defenderse, y en algunos casos ni siquiera pueden buscar ayuda.
Después está la cuestión de la impunidad. En efecto, el número de condenas sigue siendo escaso en comparación con el número de víctimas. Ahora bien, castigar a los culpables con penas de prisión, multas elevadas o la confiscación de sus bienes es un factor disuasorio importante, sobre todo cuando se sabe que el trabajo forzoso reporta alrededor de 150 mil millones de dólares por año. La corrupción existente en ciertos países también constituye un obstáculo real.
Sin embargo, si los países trabajan juntos, ese flagelo puede erradicarse.
Además, todos tienen un papel para desempeñar…
Entonces ¿la cuestión no es únicamente responsabilidad del Estado?
La respuesta es sí y no. Son los Estados quienes deciden ratificar el Protocolo y, en consecuencia, tienen la responsabilidad de velar por su aplicación. Sin embargo, son numerosos los actores que pueden participar en esta lucha.
En primer lugar, las organizaciones de empleadores y de trabajadores, las cuales, además de estar estrechamente vinculadas a la aplicación del Protocolo, participan en el sistema de control de la OIT, debido a que pueden proporcionar informaciones sobre la manera en que un país da cumplimiento a sus obligaciones.
Por otra parte, el Protocolo requiere que los empleadores públicos y privados actúen con vigilancia a fin de prevenir el trabajo forzoso y responder a los riesgos que implica.
En cuanto a los sindicatos y a la inspección del trabajo, tienen una función clave en la identificación de las víctimas. No obstante, otras personas pueden verse confrontadas al trabajo forzoso y, en consecuencia, deber estar capacitadas para detectarlo, por ejemplo, policías, abogados y magistrados, trabajadores sociales, periodistas, personal de salud, ONG, etc.
En suma, la OIT presta ayuda a los gobiernos, los empleadores y los trabajadores, para prevenir y combatir el trabajo forzoso en todas sus formas. La OIT tiene numerosos proyectos en curso en todo el mundo, conoce la realidad del trabajo forzoso en el terreno y puede aplicar en la práctica diversos criterios.
Sólo podremos eliminar el trabajo forzoso de una vez por todas si trabajamos juntos.
¿Qué podemos hacer como personas individuales?
El cambio pasa en primer lugar por usted.
Sea usted un ciudadano comprometido y exija a su país que ratifique y aplique el Protocolo. Sea usted un consumidor responsable que se informa acerca de qué manera se elaboran los productos y bienes que consume.
Observe, en su vida de todos los días, todo lo que ocurra alrededor suyo, en el vecindario, en el lugar de trabajo y aprenda a detectar las señales de trabajo forzoso.
Pase a la acción, afiliándose a un sindicato o a una ONG.
¡Únase a la campaña 50 for Freedom y hable de ello la gente que está a su alrededor! # 50 FF
Cuanto más numerosos seamos, más cerca de nosotros estará el fin de la esclavitud moderna.